Cada vez vivimos más y mejor. Los avances médicos y una vida saludable han alargado la esperanza de vida.
Y llega el mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas y la reducción
de nuestras capacidades físicas y mentales asociadas a edades
avanzadas. Aquí encontramos uno de los grandes retos que afronta la
sociedad: el cuidado de nuestros mayores y su calidad de vida.
Nuestra casa, nuestro entorno, la calle o el pueblo donde vivimos forma nuestro hogar, nuestro día a día. Permanecer en ese hogar es la opción ideal para las personas mayores
y aquí es donde juega un papel importante el cuidado domiciliario:
cuando los mayores necesitan ayuda, ven reducida su movilidad o
necesitan compañía.
En este sentido, son muchas las opciones disponibles cuando es necesario contar con la ayuda de un cuidador profesional en casa.
Las empresas que ofrecen este tipo de servicios cada vez lo hacen de
forma más global, incorporando todo tipo de necesidades que puedan tener
los mayores y dependientes, tales como enfermería especializada,
fisioterapia, apoyo nutricional y refuerzo psicológico. Y también otros
servicios complementarios, como mediación o la realización de trámites
administrativos, que también forman parte de todo este proceso.
La solución que ofrecen las nuevas tecnologías
La inteligencia artificial es lo que emplea Cuidum para encontrar a la persona idónea.
Esta plataforma digital pone en contacto a los cuidadores con la
persona mayor, dependiente o la familia que la busca. La diferencia es
el uso de algoritmos y big data para lograrlo. “Trabajamos con
muchos datos para lograr esa conexión entre un cuidador y una familia.
Cruzar esos datos a mano sería imposible, así que nos ayudamos de la
inteligencia artificial. Después viene la valoración personal, no se
sustituye, pero supone una gran ayuda”, nos comenta Vanessa Vargas, de
Cuidum.
Esas tecnologías que ayudan también han destapado, en época de pandemia, otras necesidades y problemas. Y la brecha digital que afecta a los mayores es uno de ellos. Para Joaquín Pérez, responsable del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja, “la
pandemia ha agudizado algunos problemas. Y uno de esos problemas es la
brecha digital, porque las comunicaciones y la tecnología ayudan a
mitigar el aislamiento y soledad no deseada, pero nos hemos encontrado
con que es necesario contar con un dispositivo, con conectividad y las
competencias técnicas para que puedan usarlo”. Y Cruz Roja trabaja
para ir cerrando esta brecha. Y cuenta con el proyecto “Red social para
personas mayores: Enred@te”, del que ya se han beneficiado unas 40.000 personas.
“En la parte más dura de la pandemia, la tecnología y las
comunicaciones nos han permitido hacer llamadas y seguir con grupos de
trabajos, planificar el día, hacer ejercicios… Hemos adquirido tablets para entregar, hemos facilitado datos y conectividad y, además, hemos trabajado unos talleres de competencia digital para que aprendan cómo conectarse, cómo hacer una videollamada, cómo descargar un archivo, etc.", comenta Joaquín.
La asistencia médica en remoto
Otro avance al que estamos asistiendo es la telemedicina:
ya es posible la asistencia a ciertos pacientes en remoto. Y, al hilo
de la telemedicina, surgen herramientas que ayudan a los profesionales a
seguir la evolución de una persona o que pueden vigilar su estado. Un
ejemplo lo encontramos en la aplicación desarrollada por Abbott para detectar el riesgo de desnutrición y sarcopenia, especialmente entre los mayores.
Esta aplicación, R-MAPP, se ha
desarrollado para que profesionales médicos realicen un cribado
nutricional remoto para detectar riesgo de desnutrición y pérdida de
masa y función muscular. Para Roberto Ruiz, que ha liderado este
proyecto de la app de Abbott, “esta app para el cribado nutricional y
funcional ha supuesto un antes y un después en la atención a pacientes
en esta complicada situación, especialmente de paciente mayor”.
Alexa, ¿qué medicina tengo que tomar?
Las últimas tecnologías también son las protagonistas de uno de los
programas de la Cruz Roja Española, que ha desarrollado junto a la Fundación Accenture y Alexa de Amazon.
Durante la pandemia, la Cruz Roja desarrolló unos contenidos sobre la
emergencia de la covid y los incluyó en una página web. Sin embargo,
muchas personas mayores no podían acceder porque carecían de
conocimientos y medios. “Nos planteamos el reto de trasladar estos
contenidos de utilidad a un asistente de voz, un dispositivo Alexa de
combina audio e imagen”, asegura Carlos Capataz, director del Área de Conocimiento de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja.
Gracias al dispositivo Alexa de Amazon y al desarrollo de una skill de la Cruz Roja,
una persona en su casa puede acceder a gimnasia adaptada a mayores y
realizada por un fisioterapeuta o recibir consejos para encarar la
angustia de esta situación o contactar con un profesional para recibir
atención, entre otras cosas. El proyecto se puso en marcha en septiembre
y finaliza este mes de marzo, cuando comenzarán a extraer las
conclusiones.
Carlos tiene claro que este tipo de dispositivos pueden ayudar en el
cuidado domiciliario de las personas mayores, que son realmente útiles. “Pero
cuando queremos colocar este dispositivo, llegamos a una casa cargados
de trastos y de aparatos. Solemos hablar de la smart city, pero pienso
que una cuidad es poco inteligente si no lo son sus hogares. Y estos deben estar preparados para cuidarnos en función de nuestro momento vital.
Mi lamento viene porque la tecnología ya está madura y debería
colocarse cuando se construye la casa. Creo que esto es vital para el
futuro”.
Sergia ha participado en el proyecto de la Cruz Roja, Alexa de Amazon y la Fundación Accenture. Foto: Cruz Roja
Hay más proyectos que cuentan con el dispositivo Alexa como núcleo en el cuidado de mayores. Es el caso de wibbio, que también ofrece voz e imagen,
pero va más allá, ya que cuenta con salida HDMI, para facilitar su uso a
las personas mayores, de forma que se conecta a la televisión.
Teleasistencia, 30 años de evolución al hilo de las nuevas tecnologías
Hace más de 30 años que llegó la teleasistencia a nuestro país y que
se ha convertido en un pilar de la atención domiciliaria. Ya no nos
resulta raro ver a una persona con un mandito colgado al cuello, pero
hace más de tres décadas supuso un elemento disruptivo, que llegó de la
mano del Imserso y la Cruz Roja y en otros países de Europa se conoció como telealarma.
“Tecnológicamente, ahora las soluciones son más robustas y los equipos más seguros; sin embargo, el concepto de uso no ha cambiado: en general, la persona tiene que pulsar un botón para que el centro de atención haga algo”, nos comenta Carlos Capataz. Este tipo de servicio está evolucionando hacia una teleasistencia más proactiva y avanzada, donde ese “efecto disparador” del que habla Carlos no sea tan determinante. Es la esencia del Proyecto ACTIVAGE, cuyo piloto acaba de finalizar y se están comenzando a evaluar sus conclusiones.
Este proyecto cuenta con la implicación de más de 50 socios de
distintos países europeos y de diversos ámbitos: industrial,
investigación, organizaciones sociales y entidades y administraciones
públicas. El objetivo es testar distintos pilotos que aporten soluciones
a los problemas de la población mayor.
De los nueve pilotos probados, el Programa ACTIVAGE Cuidado Integrado se ha testado en Galicia, ha estado liderado por Televés y ha contado con la participación del SerGas, Cruz Roja Española, Fundación Vodafone España, la Universidad Politécnica de Valencia y la Fundación TECSOS.
A través de la tecnología se busca mejorar la autonomía de los mayores,
que vivan de manera independiente durante el mayor tiempo posible.
Gracias al Internet de las Cosas, se puede hacer un seguimiento de la
salud y la actividad a través de tecnologías, sensores y aplicaciones
que, entre otras cosas, captan las medidas clínicas, emiten
recordatorios de tratamientos y hacen un seguimiento de las rutinas para
detectar situaciones de riesgo en el hogar.
https://youtu.be/PpDJNzpsow8