Aunque se trata de un grupo de 300
patologías poco conocidas por la población, las inmunodeficiencias
primarias —enfermedades que se manifiestan por alguna alteración en los
mecanismos implicados en el sistema inmune, lo que ocasiona constantes
procesos infecciosos o alergias a quienes las padecen—, en su conjunto
son más frecuentes en pediatría que las leucemias y linfomas, esto de
acuerdo con Francisco Javier Espinosa Rosales, científico de la Unidad
de Investigación en Inmunodeficiencias del Instituto Nacional de
Pediatría (INP).
En 1952, el médico estadounidense Ogden
Bruton Carr describió la primera inmunodeficiencia primaria, la
agammaglobulinemia ligada al cromosoma X, causante de infecciones
recurrentes a partir de los seis meses de edad. Años más tarde se
identificó el gen mutado de BTK como el responsable de esta. Este
suceso, señala el artículo "Conceptos básicos de las inmunodeficiencias
primarias", publicado en la Revista Alergia México, inspiró más tarde a un grupo de investigadores que estudiaba pacientes con deficiencias de anticuerpos.
En los últimos 10 años, a nivel
internacional, ha habido una revolución en el conocimiento de las
inmunodeficiencias primarias y es que se han identificado nuevos genes
que causan estas enfermedades, así había indicado Sara Espinosa Padilla,
investigadora del Instituto Nacional de Pediatría a principios de 2016,
durante la presentación de una
plataforma para el diagnóstico de estas.
En la actualidad, los avances
científicos, en particular aquellos relacionados con la biología
molecular, han posibilitado la identificación de 300 genes relacionados
con alguna inmunodeficiencia primaria.
Francisco Javier Espinosa Rosales,
maestro en ciencias con especialidad en inmunología, señala que en
México cada año nacen aproximadamente 350 niños con las formas más
graves de estas inmunodeficiencias, las cuales ponen en riesgo de muerte
si el médico no las detecta a tiempo.
“Todas ellas tienen en común un defecto
en alguno de los genes que regulan o controlan las respuestas
inmunológicas. El sistema inmune es muy importante para defendernos
contra las infecciones por bacterias, virus u hongos. Estos niños tienen
una predisposición exagerada a sufrir infecciones recurrentes o que son
más graves de lo habitual, que se complican inesperadamente, o bien
afectan el crecimiento y desarrollo y ponen en peligro la vida de los
niños”, explica.
Desde los años setenta, investigadores
del INP comenzaron a identificar estas enfermedades, hoy es considerada
la institución líder en el diagnóstico de las inmunodeficiencias
primarias.
En
2008, por iniciativa del doctor Francisco Espinosa se creó la Unidad de
Investigación en Inmunodeficiencias y, en colaboración con la Fundación
Mexicana para Niñas y Niños con Inmunodeficiencias (Fumeni), logró en
2003 incluir la inmunoglobulina humana —para el tratamiento de pacientes
con deficiencias de anticuerpos— en el catálogo básico de medicamentos
del Consejo de Salubridad General.
“Gracias a esto se logró que las
instituciones pudieran comprar inmunoglobulina, porque no estaba en el
cuadro básico y las instituciones no la podían adquirir. De los 350
niños que nacen cada año con las formas más graves de las
inmunodeficiencias primarias, aproximadamente la mitad de ellos no
produce suficientes anticuerpos o son de mala calidad, si a estos niños
se les reemplaza la inmunoglobulina, pueden tener una vida normal”,
explica Francisco Espinosa.
El especialista, quien llegó como
residente al área de investigación en inmunología del INP hace 25 años,
señala que uno de los esfuerzos más importantes realizados por la
institución es la divulgación y generación de nuevos conocimientos sobre
estas enfermedades.
“En el año 2000, las inmunodeficiencias
solo se atendían en este instituto. Hoy día hemos creado una red de
trabajo gracias a alumnos que hemos formado y se han establecido en
otras partes del país. La misión es garantizar la supervivencia de estos
niños mediante una mejor divulgación que permita a los médicos de
primer contacto hacer el diagnóstico, y lograr que el niño tenga acceso
más temprano e integral al tratamiento de primera calidad. Hemos logrado
entrenar a casi cuatro mil médicos generales y pediatras a través de un
taller donde les enseñamos cómo abordar este problema, diferenciar
cuando un niño no tiene algo serio del que sí lo tiene”, destaca.
Colaboración nacional e internacional
Una parte importante en el estudio de
las inmunodeficiencias primarias ha sido la colaboración nacional e
internacional con otros grupos de investigación que trabajan sobre el
mismo eje.
Es así que en 1993, un grupo de
inmunólogos de Argentina, Brasil, Chile y Colombia decidió formar el
Grupo Latinoamericano de Inmunodeficiencias Primarias (LAGID). México se
sumó a esta iniciativa y hoy, junto con los 20 países miembros, integra
la Sociedad Latinoamericana de Inmunodeficiencias (LASID).
Francisco Espinosa, actual
vicepresidente de la LASID comenta que esta colaboración es de gran
importancia dado que los países latinoamericanos comparten ciertas
características que no tienen otras naciones. “Por ejemplo, los gérmenes
de nuestros países son más de tipo tropical y muy diferentes de los que
hay en Europa o Estados Unidos. Esta colaboración nos permitirá conocer
las diferencias de los niños de Latinoamérica con los del resto del
mundo. Nuestro eje central ha sido la colaboración”, comenta.
El objetivo de la iniciativa
internacional es crear un registro de estas enfermedades en cada país y
establecer programas de colaboración para mejorar su difusión, al ser
todavía consideradas patologías poco frecuentes, por consiguiente, son
muchas veces desconocidas por la población e incluso por los médicos de
primer nivel.
“El problema es que a los médicos nos
entrenan muy bien para saber qué bicho causa tal infección, pero rara
vez nos entrenan para ver por qué un niño es hospitalizado una y otra
vez por infecciones y deja de crecer. El médico pensaba que las
inmunodeficiencias eran tan raras que no valía la pena preocuparse por
ellas ya que no se podían diagnosticar y si se diagnosticaban, para qué,
si no se podían tratar”, explica Francisco Espinosa.
Hoy, a raíz de las colaboraciones
internaciones y la formación de especialistas, la identificación e
incidencia ha ido en ascenso en México, así lo indica el doctor
Francisco Espinosa. “Esto ha permitido que el número de pacientes
diagnosticados crezca notablemente en los últimos años”, comenta.
A este logro se suma la participación
del Grupo Mexicano de Inmunodeficiencias Primarias (Mexgid) conformado
en 2007 por investigadores, pediatras especialistas en inmunología
clínica e infectología, adscritos a diferentes instituciones como son la
Unidad de Alta Especialidad del Instituto Mexicano del Seguro Social de
Monterrey, el Centro Médico de Occidente de Guadalajara, el Hospital
Pediátrico de Alta Especialidad de Tuxtla Gutiérrez, el Hospital del
Niño Poblano, el Hospital del Niño y Adolescente Morelense, por
mencionar algunos.
Terapia génica
En 1980, expertos en Estados Unidos
introdujeron un gen que codifica para la enzima adenosina desaminasa en
niños que presentaban una inmunodeficiencia combinada grave, y en 1995
investigadores en Italia llevaron a cabo el mismo tipo de ensayo, así,
en 1995 los dos grupos de investigación reportaron el experimento
clínico y con ello la eficacia de este procedimiento en pacientes con
esta condición: la terapia génica, así lo describe el
artículo “Aplicaciones de la terapia génica”.
La terapia génica, define el texto
anteriormente citado, “utiliza material genético en el tratamiento de
enfermedades, intenta modular la función celular, pudiendo corregir la
deficiencia causada por la pérdida o alteración de un gen al modificar
la expresión de proteínas”. En la actualidad, la terapia génica se
presenta como una alternativa viable en el tratamiento de algunas
inmunodeficiencias primarias, este tratamiento se practica únicamente en
Italia, Alemania, Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
Francisco Espinosa Rosales.Hasta
ahora, en países donde aún no se practica la terapia génica el
tratamiento para enfermedades como la inmunodeficiencia combinada grave
ligada al cromosoma X —mejor conocida como síndrome del niño burbuja— es
el trasplante de células progenitoras.
Pronto, señala el investigador del INP,
Francisco Espinosa, esta nueva tecnología beneficiará a niños mexicanos
con algunas de las cuatro enfermedades más frecuentes que requieren de
un trasplante de células progenitoras: inmunodeficiencia combinada grave
ligada al cromosoma X, inmunodeficiencia combinada grave por
deficiencia de adenosina desaminasa, enfermedad granulomatosa crónica y
el síndrome de Wiskott-Aldrich.
“Aunque tenemos la capacidad para
realizar el trasplante óptimo de células progenitoras, hay un grupo de
niños en los que no encontramos donadores porque la genética de los
mexicanos es diferente de muchas otras poblaciones, en este sentido,
existe una nueva forma de tratamiento: la terapia génica. Básicamente
consiste en sacar las células madre del paciente enfermo, las infectas
con un virus que tiene en su genoma el gen corregido. Las células madre,
al ser infectadas, comienzan a producir la proteína de una manera
adecuada y se le regresan al niño, como un autotrasplante”, explica.
Hasta ahora, señala el doctor Francisco
Espinosa, ningún país en Latinoamérica pone en práctica esta terapia,
por lo que México podría ser pionero y líder en la región en el
desarrollo de esta. Y es que desde 2010, el INP trabaja en la creación
de una unidad en terapia génica.
“Con la terapia génica los tiempos de
espera de trasplante se reducirán y también abre la posibilidad de
tratar otras patologías como la hemofilia y muchas enfermedades
genéticas causadas por un defecto monogénico, es decir, cuando está
afectado un solo gen. En 2013, comenzamos a trabajar con países como
Inglaterra e Italia. Se espera que en 2018 esté lista la infraestructura
y en 2020 tener nuestro primer tratado”, dice.
Plataforma de diagnóstico genómico
Con el desarrollo de las tecnologías de
secuenciación masiva es posible obtener secuencias de ADN (ácido
desoxirribonucleico) de forma rápida y con un menor costo; en esta
línea, el INP, en colaboración con el Instituto Nacional de Medicina
Genómica, desarrolló una plataforma de diagnóstico genómico para niños
con inmunodeficiencias primarias.
“Las nuevas plataformas de secuenciación
de alto rendimiento hacen mucho más fácil el diagnóstico. Llevamos como
cuatro casos diagnosticados a través de esta plataforma. Esta
tecnología de nueva secuenciación nos ha permitido acceder a cosas por
las que antes dependíamos de otros países”, dice.
La tecnología, que se presentó en los
primeros meses de 2016, no solo permitirá identificar genes causantes de
alguna de estas enfermedades del sistema inmunitario, además se podrá
realizar asesoría genética a las familias.
“La manera de saberlo es tener
localizado el gen causante y observar si los dos papás son portadores e
informarles el riesgo que tiene —en caso de buscar otro descendiente— de
ser afectado por la misma enfermedad de su hijo… Será una revolución
para la medicina y para este tipo de enfermedades”, afirma.