El hospital inaugura esta área pionera en España que trata el Síndrome post-Cuidados Intensivos Pediátrico y se centra en los síntomas que pudieran persistir tras el alta hospitalaria de los niños
Cada vez más los avances médicos propician que los enfermos graves,
menores y adultos, tengan una mayor supervivencia y que logren superar
la situación que les llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos. ¿Pero qué
ocurre cuando estos pacientes reciben el alta hospitalaria?
Algunos sufren secuelas que pueden afectar a todo su entorno,
paciente y familia, una situación que se denomina Síndrome post-Cuidados
Intensivos Pediátrico (de la traducción del inglés PICS-p (Post
Intensive Care Syndrome-paediatric). Con el fin de vigilar esta
situación el Servicio de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) del
Hospital de La Paz ha creado la primera consulta "para detectar el
riesgo de padecer secuelas tras el alta hospitalaria", explica por
teléfono la doctora Elena Álvarez.
Ya en 2016, el centro hospitalario hizo lo mismo con adultos y también
fue pionero, y por ella han pasado 78 pacientes, el 42% de los cuales se
ha visto afectado en alguna esfera de su salud. Y se estima, según sus
propios datos, que entre el 30% y el 50% de los pacientes y sus familias
lo sufren.
Esta medida iniciada a nivel pediátrico tiene como objetivo vigilar e identificar a los pacientes y familiares que "tengan riesgo de sufrir secuelas por el ingreso en la UCI de un ser querido", reitera la doctora, y se enmarca dentro del programa de Humanización en Cuidados Intensivos y cuenta con un equipo multidisciplinar coordinado por la UCIP.
"Llegar a una UCI tiene un gran impacto, es una situación que implica un riesgo de vida y tiene un gran efecto a toda la familia. El Síndrome de post-Cuidados Intensivos pediátrico es un síndrome relativamente nuevo y se debe a que la mortalidad en las UCI ha descendido gracias a los avances médicos, lo que provoca que los pacientes estén más tiempo ingresados y tenga una consecuencia mayor en ellos y en todo su entorno", añade Álvarez.
El objetivo de la consulta es identificar a los pacientes y familiares con riesgo a padecer este síndrome mientras estén ingresados y adelantarse a las propias secuelas que puedan aparecer en los pacientes y que pueden influir en su pronóstico. De esta manera, se puede llevar un seguimiento de sus secuelas sobre la salud física, neurocognitiva, mental y social y el desarrollo madurativo del niño y del adolescente. Es verdad que estas pueden presentarse de forma aislada o interactuando entre ellas.
En primer lugar afecta a los padres, quienes pueden padecer ansiedad, falta de sueño, trastorno de estrés postraumático y problemas de salud. "En segundo lugar, continúa, es una situación que suele alterar el desarrollo normal de los hermanos que pueden mostrar síntomas como problemas en su estabilidad emocional; en su rutina; en el cambio de roles familiares; en su madurez psicológica o rendimiento escolar, entre otros".
Según explica la doctora, hay ciertos pacientes que tienden a tener un mayor riesgo para padecer este síndrome como aquellos que sufren un delírium o tras una parada cardiaca. "En primer lugar, se detecta al paciente con mayor riesgo y se estudia cómo se puede mejorar su calidad de vida existencial. Si la persona sigue con síntomas tras el alta, se le observa una semana después en planta. Y si es necesario continuar, entonces, se le hace seguimiento en la consulta", concluye.
Esta medida iniciada a nivel pediátrico tiene como objetivo vigilar e identificar a los pacientes y familiares que "tengan riesgo de sufrir secuelas por el ingreso en la UCI de un ser querido", reitera la doctora, y se enmarca dentro del programa de Humanización en Cuidados Intensivos y cuenta con un equipo multidisciplinar coordinado por la UCIP.
"Llegar a una UCI tiene un gran impacto, es una situación que implica un riesgo de vida y tiene un gran efecto a toda la familia. El Síndrome de post-Cuidados Intensivos pediátrico es un síndrome relativamente nuevo y se debe a que la mortalidad en las UCI ha descendido gracias a los avances médicos, lo que provoca que los pacientes estén más tiempo ingresados y tenga una consecuencia mayor en ellos y en todo su entorno", añade Álvarez.
El objetivo de la consulta es identificar a los pacientes y familiares con riesgo a padecer este síndrome mientras estén ingresados y adelantarse a las propias secuelas que puedan aparecer en los pacientes y que pueden influir en su pronóstico. De esta manera, se puede llevar un seguimiento de sus secuelas sobre la salud física, neurocognitiva, mental y social y el desarrollo madurativo del niño y del adolescente. Es verdad que estas pueden presentarse de forma aislada o interactuando entre ellas.
En primer lugar afecta a los padres, quienes pueden padecer ansiedad, falta de sueño, trastorno de estrés postraumático y problemas de salud. "En segundo lugar, continúa, es una situación que suele alterar el desarrollo normal de los hermanos que pueden mostrar síntomas como problemas en su estabilidad emocional; en su rutina; en el cambio de roles familiares; en su madurez psicológica o rendimiento escolar, entre otros".
Según explica la doctora, hay ciertos pacientes que tienden a tener un mayor riesgo para padecer este síndrome como aquellos que sufren un delírium o tras una parada cardiaca. "En primer lugar, se detecta al paciente con mayor riesgo y se estudia cómo se puede mejorar su calidad de vida existencial. Si la persona sigue con síntomas tras el alta, se le observa una semana después en planta. Y si es necesario continuar, entonces, se le hace seguimiento en la consulta", concluye.