martes, 27 de enero de 2015

Un cambio en el modelo sanitario puede propiciar avances en el campo de la EM


 
Pacientes y profesionales reclaman más equidad y autonomía a la hora de prescribir tratamientos
Pese a que todavía no se dispone de un medicamento capaz de curar la Esclerosis Múltiple (EM), la autorización de nuevos tratamientos con perfiles de eficacia distintos, posologías y vías de administración más cómodas está cambiando el curso de la enfermedad. Pacientes y profesionales vislumbran un horizonte esperanzador pero, al mismo tiempo, denuncian la desigualdad en el acceso a los tratamientos, según el lugar de residencia en España, y la quiebra en la relación médico-paciente como consecuencia de la crisis.
Con el fin de debatir sobre cuestiones relativas al abordaje y tratamiento de esta enfermedad, el grupo Wecare-u organizó, en el Colegio Oficial de Médicos de Navarra, un encuentro que llevó por título 'Esclerosis múltiple: innovación y equidad en las comunidades autónomas'.
Esta patología afecta en España a unas 46.000 personas y es, tras los accidentes de tráfico, la segunda causa de discapacidad más frecuente entre los jóvenes españoles y la primera en discapacidad sobrevenida.
Para Teresa Ayuso, neuróloga del Complejo Hospitalario de Navarra y miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN), los avances se han dado de forma paulatina y conjunta en lo relativo al diagnóstico, la terapéutica y la epidemiología de la enfermedad, que va siendo más prevalente e incidente. Solo en España, cada año se diagnostican unos 1.800 casos nuevos.
"La resonancia cambió los criterios diagnósticos de la enfermedad y ha permitido un diagnóstico más precoz", aseguró. "La investigación sobre los mecanismos patogénicos de la enfermedad y la comercialización de nuevos tratamientos están permitiendo, además, un tratamiento más precoz y personalizado", añadió.
A nivel social también se aprecian cambios, aunque queda todavía un largo camino por recorrer "porque, al igual que ocurre con otras enfermedades neurológicas potencialmente degenerativas, todavía sigue siendo un tema tabú en el ámbito laboral. A veces, tenemos que recomendar a nuestros pacientes que no comenten nada en su trabajo, en especial en este contexto de crisis", recalcó la experta.
A su vez, el director gerente de la Fundación Vasca de EM, Pedro Carrascal, subrayó que resulta muy difícil conjugar emoción y expectativas. "Ves que todo avanza muy rápido y parece que nuestro momento ha llegado, pero todavía los enfermos con formas progresivas o secundarias siguen sin tener tratamiento. Sigue siendo muy difícil vivir con la enfermedad", precisó.
También Iñigo Aizpurúa, jefe de Servicio del Centro Vasco de Información de Medicamentos (Cevime), se mostró escéptico ante la salida al mercado de nuevos medicamentos porque, a diferencia de otras patologías, "en esclerosis múltiple pocos medicamentos han demostrado ser eficaces en la reducción de brotes y los ensayos clínicos son muy cortos para garantizar una reducción de la incapacidad".
"De los tratamientos que están demostrando buenos resultados, nos asusta su perfil de seguridad", apostilló, incidiendo en que el riesgo de las nuevas terapias radica en que "pueden provocar reacciones adversas extrañas y muy excepcionales, que los ensayos clínicos no recogen porque tienen unos criterios de inclusión y exclusión tan estrictos que no se corresponden con el tipo de pacientes que luego nos encontramos".
Para la jefa del Servicio de Farmacia del Complejo Hospitalario de Navarra, Maite Sarobe, los nuevos medicamentos "pueden aportar valor añadido a determinados pacientes, pero hay que ser prudentes y valorar de forma exhaustiva el perfil del paciente cuando se aconseje un cambio en su tratamiento. Hay que primar la seguridad frente a la comodidad".
Al respecto, Joaquín Sancho, director de la Unidad de EM de Genzyme, aclaró que "la apuesta por la innovación siempre ha sido uno de los focos de Genzyme. La Unidad de EM centra su esfuerzo en tratamientos que aporten un valor añadido, manteniendo su eficacia, y necesidades no cubiertas, tales como la utilización de un fármaco oral, con eficacia demostrada y con un desarrollo clínico muy potente en terapia adyuvante".

¿Innovación y/o sostenibilidad?
En el actual contexto económico, es preciso hacer compatible la innovación con la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS).
En este sentido, Sarobe destacó que "los acuerdos de financiación firmados entre administración y laboratorios han permitido que podamos disponer de nuevas alternativas terapéuticas a precios similares a los que ya teníamos. Es un paso, pero por mucho que intentemos igualar los precios, el problema está en que la bolsa de pacientes cada vez es mayor, en esta y otras patologías. Si has tratado a un paciente con una opción terapéutica que fracasa, siempre hay otras, de modo que se tiende a prolongar las líneas de tratamiento, y algunas de ellas de alto coste".
Asimismo, Ayuso valoró que "disponer de más armas terapéuticas de primera línea es bueno, porque puede evitar recurrir a un medicamento que potencialmente va a tener efectos adversos más graves" y dijo que es "importante" tener en cuenta no solo el gasto farmacológico, sino también el gasto sanitario y el derivado de la propia enfermedad. "Si estamos en un Estado de bienestar; y debemos aspirar a ello, hay que hacerlo sostenible", indicó.
Para Aizpurua, la clave de la sostenibilidad está no solo en el control de los precios, sino en la racionalización de la prescripción, intentado protocolizar los tratamientos y las patologías y haciendo bien las cosas para que cada paciente reciba el tratamiento más adecuado.
Según Carrascal, hay que seguir investigando porque los fármacos son cada vez más eficaces. "El dinero invertido ha tenido resultados y los nuevos tratamientos han ido cambiando la historia natural de la enfermedad. La EM se está situando en un escenario esperanzador, en el que las innovaciones terapéuticas son razonables y en el que ya podemos hablar de pacientes controlados", señaló.
"Cuando llegó la crisis económica creímos que no íbamos a acceder a nada y ahora estamos confiados en que, a pesar del incremento del gasto, seremos capaces de resolverlo, y eso nos tranquiliza", continuó el director gerente de la Fundación.
Por otro lado, la presidenta de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Navarra, María Esther Villanueva, intervino para recordar que "la sostenibilidad no consiste en recortar posibilidades, sino en cambiar el sistema" y que esta enfermedad "no es rentable para nadie".
Sancho hizo hincapié en el compromiso de la industria farmacéutica con el paciente para que este pueda ser tratado. "Nuestra obsesión es que el clínico no tenga problemas porque el coste del nuevo fármaco sea superior al del resto", advirtió. En esta línea, también lamentó que, en el proceso de validación y autorización de un fármaco, se estaban encontrando con la dualidad entre el corto y el medio plazo, en cuanto al coste. "Hacemos un esfuerzo importante por demostrar el ahorro farmacéutico más allá de los tres primeros años, pero la administración no se muestra especialmente interesada", apuntó.
La seguridad es otro de los ejes sobre los que pivotará, en el futuro, la industria farmacéutica. "Hay planes muy específicos de gestión del riesgo, de minimización de los efectos adversos, porque una mayor eficacia está ligada a un mayor riesgo y podemos compensarlo con programas de seguimiento, que las compañías pueden facilitar a clínicos y farmacéuticos", aclaró Sancho.

Individualización de tratamientos
Según los asistentes al debate, la colaboración activa de los pacientes con los neurólogos e investigadores son claves para compatibilizar la individualización de la terapia —acceso al mejor tratamiento disponible— con el techo de gasto farmacéutico.
Con todo, Ayuso explicó que el gran problema de los clínicos es que carecen de biomarcadores que permitan instaurar tratamientos individualizados. "Trabajamos en función de la evolución del paciente, que es la pauta para el cambio". La neuróloga afirmó que "el mejor tratamiento es aquel que deja al paciente libre de actividad clínica, no de brotes".
Respecto a la decisión que se debe tomar a la hora de elegir el tratamiento más adecuado para el paciente, Carrascal advirtió de que depende, en primer lugar, de la adherencia al mismo.
"El tratamiento más efectivo dependerá de la autonomía del médico a la hora de tomar esa decisión y de su capacidad para consensuarlo con el paciente", señaló.
Además, del consenso en la toma de un fármaco surge también la idoneidad y, a veces, el propio neurólogo se siente coartado en la toma de decisiones sobre el medicamento que puede prescribir, de modo que "hay que poner límites pero, en algunas ocasiones, se superan buscando simplemente ahorro para el propio sistema", concluyó.
Villanueva reclamó más tiempo de consulta para reforzar la relación médico-paciente y consolidar terapias complementarias, como la rehabilitación, alimentación, ejercicio físico y la atención psicológica, ya que ahorrarían costes y dependen fundamentalmente del propio paciente.
En ese punto, Aizpurua recalcó la importancia de las decisiones compartidas entre el paciente y el clínico para garantizar la adherencia al tratamiento. "Hay que acabar con el mito del mejor tratamiento para todos y buscar el mejor para cada paciente. Solo que, aquí, no estamos muy acostumbrados a trabajar de esta manera", aseguró.
En la formación e información al paciente, las asociaciones adquieren un papel relevante. En relación con este tema, Carrascal argumentó que las expectativas que el paciente pone en un fármaco determinado genera situaciones muy comprometidas y de mucha presión. "Es nuestra responsabilidad, como colectivo, ser cautos a la hora de hablar de los nuevos tratamientos. Hay hasta denuncias por poner o quitar un fármaco y con esto no gana nadie, pero está ocurriendo y tenemos que saber manejarlo. Se nos ve como agitadores, pero apaciguamos más de lo que parece, intentando contener la ansiedad", declaró.

Inequidad en el acceso a los recursos
Aunque se está ganando en uniformidad, el acceso a las diferentes alternativas terapéuticas frente a la EM sigue marcando diferencias, en función de la CC.AA. donde se resida. El tiempo necesario para la aprobación de nuevos medicamentos puede llegar a alcanzar diferencias de hasta un año y no todos los pacientes pueden acceder a los mismos recursos.
Pese a que los expertos reconocen que Navarra y País Vasco tienen una situación privilegiada, denuncian las inequidades que existen en España.
"Me duele pensar que un enfermo de otra comunidad no tenga las mismas oportunidades de acceso a tratamientos y recursos. Los medios están y no es entendible que haya tantas desigualdades", lamentó Villanueva.
Tanto Sarobe, como Aizpurúa consideraron que se ha ganado en equidad en las comunidades, gracias a las comisiones autonómicas, aunque todavía queda pendiente una mayor homogeneización entre CC.AA. "Los procesos reguladores no pueden suponer una traba para el acceso a los tratamientos de forma equitativa en cualquier rincón de España", agregaron.
Ya hacia el final del debate, Carrasco puntualizó que las dificultades administrativas se han cruzado con problemas de ajustes en los presupuestos y con decisiones equivocadas en la gestión de los hospitales. "No sabes si te niega un fármaco porque es lo mejor para ti o porque su gerente le obliga. La relación con el neurólogo se ha visto quebrada con la crisis, allí donde existen problemas de acceso", enfatizó.

Una mirada al futuro
Mejorar la calidad de vida del paciente con EM requiere más recursos y cambios organizativos.
Así, Ayuso subrayó la necesidad de contar con equipos multidisciplinares en los hospitales porque a veces, hay muchas dificultades para el acceso a la rehabilitación, la cual es "una pieza clave". Aprovechó su turno de palabra para reclamar hospitales de día y consultas de enfermería, para que el paciente pueda contactar con los especialistas en cualquier momento.
Mientras Sarobe puso énfasis en conseguir que los pacientes estén mejor formados e informados y en la creación de unidades de gestión clínica, como modelo organizativo, Carrascal pidió que se le devolviese al médico la capacidad de tomar decisiones terapéuticas libres y previamente pactadas con sus pacientes, cada día más responsables y proactivos.
Finalmente, para Aizpurua, el siguiente paso en la gestión de la enfermedad será la utilización de los big data, como herramienta de criterio a la hora de introducir nuevos medicamentos. Una opción sería la creación de registros de pacientes, ya que permitiría compartir datos y ficheros, explorar nuevas posibilidades terapéuticas y gestionar mejor los presupuestos. "Habría que establecer qué campos son obligatorios para cada patología y poder aunar datos. Nos podemos llevar muchas sorpresas, porque una cosa es el mundo de los ensayos clínicos y otra el mundo real", concluyó.

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